Quienes nos precedieron dejaron una huella y está en nosotros retomar ese camino para encontrarlos, descubrir sus nombres, quiénes fueron, qué hicieron y cómo vivieron. Debemos rescatarlos del olvido, porque ellos viven en nosotros.

Analía Montórfano


miércoles, 24 de julio de 2013

ELENA GREENHILL - La Inglesa



ELENA GREENHILL 

Elena Greenhill, tomada por el fotógrafo Navarro Martínez cuando toda la familia viajó a Valparaíso y todavía ella era soltera



-         La Grenil, la Bandolera, Elena. La conocí. ¿Sabes, Rosa? ¿Me escuchas? En el Campamento de Fiske Menuco (/)La Señora de la Aguada

Un siglo atrás, la Patagonia era lo más parecido al Lejano Oeste estadounidense de las películas: una región civilizada a medias, donde apenas llegaba el gobierno y, a falta de la ley, regía el sentido práctico y el instinto de supervivencia. Allí, en esa tierra de hombres, entre indios inescrutables, peones ladinos, policías corruptos y jueces borrachos, la Greenhill desplegó su carácter indómito y se convirtió en una temida cuatrera. Elena Greenhill la bandolera inglesa de la Patagonia, conforme el título del libro de Francisco N. Juarez (Ediciones B, Grupo Z), que históricamente tiene el trabajo de un orfebre y cuenta la vida de esta enigmática mujer.

 
Elena y Astete

En el origen de su historia hay un crimen no resuelto. Elena había nacido en  1874 en Yorkshire, Inglaterra; era la mayor de más de diez hermanos y había llegado a Chile con su familia en 1888, a los 13 años, junto con otros colonos rurales europeos que el gobierno llevó para poblar el sur del país. Tuvo una infancia de privaciones y responsabilidades tempranas. Como toda mujer de su tiempo traía impreso que debía casarse, debía someterse a su destino, equivalente a los deseos del marido.  A los 19 años sus padres la casan con Manuel de la Cruz Astete, un chileno veinte años mayor que ella que tenía oscuros negocios ganaderos, un cuatrero en eterno conflicto con la ley. Primer mal paso y dos hijos. Ya instalados de este lado de la cordillera, (precisamente donde se dibujaba el camino que transitaba el ganado entre Río Negro, Neuquén y Chile), aparecen los malos tratos y las desavenencias conyugales. También, los furtivos amantes de ella. Un día, durante un arreo de ganado, Astete desaparece. Meses después, en noviembre de 1904, se halla su cuerpo sin vida y con la cabeza destrozada en un cañadón solitario de Catán Lil (Neuquén). Se la acusó de instigar la muerte de su esposo, la peor prueba en su contra fue la de haberle sido infiel. El autor material –según sumario judicial- había sido un peón que Elena tenía de amante. Se casa con el leguleyo Martín Coria que la defendió en el juicio y se establecen en Montón Niló (un paraje de Río Negro) donde teniendo como pantalla un almacén de ramos generales, se dedicaban a la compraventa de hacienda robada, a la producción de ovejas, al robo y la estafa (Él se encargaba del papelerío y la estafa a ingenuos proveedores, ella pistola en mano y secundada por cinco bandidos más se abocaba el meticuloso robo de ganado). Dicen que en este tiempo conoció Buenos Aires, donde mandó pupilos a sus dos hijos. Rara vez estaba desnuda de armas y rara vez experimentó paz en su espíritu.

-         Fue bonito cuando se quedó una noche. Aquí. Quebró la rutina en la Aguada.. ya estaba con Martín Taborda, su tercer hombre. Un carrero entrerriano. (/)La Señora de la Aguada

Ahí comienza una nueva vida, una vida de adulta eligiendo con quien dormir, en quien confiar y como sobrevivir. Una vida que la llevará a aparecer en las páginas policiales de los principales diarios de Buenos Aires y a ser declarada la enemiga número uno de la policía de Chubut. La "Grinil" o "la "inglesa" como la llamaban los paisanos fue famosa por su puntería y los actos de cuatrerismo que cometió en la zona del norte desierto patagónico. Pero su vida se convirtió en leyenda cuando se atrevió a secuestrar a dos comisarios, a quienes obligó a realizar quehaceres domésticos. Tan  hábil con el caballo como con  el Winchester, la piadosa inglesita, se convirtió en una dura mujer que no le tenía miedo a nada y que encontraría un trágico final.

-         Bonita y servicial, la Inglesa ….. De pocas palabras. Mujer de Ley. No hablaba por hablar. La mataron por la espalda. Acá en la posta, todo se sabe..¿que era cuatrera? Tal vez. Ese era el oficio de muchos. La mataron en el verano de 1915…..ni siquiera habrá pensado que la policía querría cobrarse el ridículo que años atrás les hiciera pasar a dos milicos. Los madrugó, sabes. ¿Me das un poco de agua?, ¿la filtraste, Rosa? (/)La Señora de la Aguada
-          
Murió a los 43 años víctima de una emboscada que le tendió un ex amante miembro de la policía del Chubut, donde le aplicaron "la ley de fuga".
La partida policial iba al mando del Comisario Valenciano  (el mismo de cuyas tropelías habla Bayer con el asunto de la huelga obrera en Santa Cruz) y se ubicaron estratégicamente en la estrecha angostura del Chacay (Chubut). Allí se produjo el encuentro y el tiroteo duró casi una hora.
La Inglesa no se rendía aún herida, continuaba tirando desde atrás de su caballo contra la policía, hasta que sus fuerzas dijeron basta y cayó boca abajo. En ese momento le dieron el tiro de gracia que terminó con “La Inglesa Bandolera”.
Fue sepultada en la zona de Gan-Gan (Chubut) en 1915. 



Fuentes:
(/) La Señora de la Aguada de Lili Muñoz (2012 Ediciones Oblicuas S.L.)

La Bandolera Inglesa de la Patagonia de Francisco N. Juárez (2004)


La Nación –Correrías de una Bandida Rural  7 de Abril de 2006

domingo, 30 de junio de 2013

PADRE JOSE MARÌA BRENTANA SDB – CURA UNIVERSAL DEL ALTO VALLE DE RIO NEGRO Y NEUQUÉN



PADRE JOSE MARÌA BRENTANA SDB –
CURA UNIVERSAL DEL ALTO VALLE DE RIO NEGRO Y NEUQUÉN

Padre J.M. Brentana



“El Padre José María Brentana ha pasado en Allen una vida de abnegación y de sacrificio que solo su alma grande podía soportar, desde 1914 a 1939”  ..Palabras que no son poco elogio, en boca del esforzado y callado misionero de San Antonio, Valcheta y la pre cordillera rionegrina, Padre Carlos Frigerio.
A su paso fue levantando numerosos templos en Allen, Cinco Saltos, Cipolletti entre otros, esta corona de Templos engarzó su última piedra en las inclementes y desmanteladas lomas de Plaza Huincul, que el Padre José María evangelizaba desde los tiempos de las primeras búsquedas petrolíferas. Noble sello de oro es para su apostolado esta invitación a su último triunfo:
Comisión de Damas Pro Templo  -  Plaza Huincul
Noviembre 5 de 1934…
Me es grato dirigirme a Ud. Comunicándole que el día 19 del cte. Se llevará
a efecto la colocación de la piedra fundamental de la capilla,
siendo el íntimo sentir de la C. D. que la ceremonia de bendición sea oficiada
personalmente por Ud. Que tanto trabajó y suspiró por este día….
Blanca M.de Cáceres Bertodano ,…Presidenta

La nota no detalla el motivo de tanto trabajo y suspiro, pero la memoria de quienes participaron de esta historia no falla: al éxito del descubrimiento del petróleo le siguieron 30 pozos más, nueve de ellos hasta 1922, el resto bajo la dirección de la empresa YPF ; pero entre 1927 y 1933 no se descubren nuevas estructuras y el desaliento se instaló en las pujantes comunidades, lo cual ponía en peligro la existencia de la Administración Plaza Huincul. El Padre José María instó a las mujeres a rezarle sin cesar a Santa Teresita, lo que movilizó a la comunidad a no bajar los brazos y comenzar la construcción de una Capilla en honor a esta milagrosa Santa. Fruto de la constante oración, las tareas de exploración indicaron la presencia de Petróleo en lo que se llamaría posteriormente “Bajo Baguales”, en 1938 “Avanzada Norte” y “Mina Chita”, “Senillosa” (1940), “Loma Negra” (1940) y por último en diciembre de 1941 “Challacó”.

Parroquia Santa Teresita Campamento Uno Año 1938

Parroquia Santa Teresita

Parroquia Santa Teresita

Siempre me pregunto, porque hay hombres que teniendo una familia, un lugar en el mundo, patria, cultura, una historia, deciden abandonarlo todo para viajar hacia lugares inhóspitos y desolados, solo para dar testimonio de su fe, para dar a conocer a Quien es la razón de sus vidas. Sin pedir nada a cambio, provistos nada más que de su inquebrantable decisión.
Así he conocido a muchos,  actualmente de la Congregación del Verbo Divino, pero en mi infancia y adolescencia eran hombres de Don Bosco, salesianos. Fueron ellos los primeros en llegar a la Patagonia y hoy sus nombres son evocados continuamente cuando nombramos, lugares, pasajes, poblados, barrios y calles. Digo evocamos porque el pronunciarlos no podemos sustraernos solo al lugar designado, sino que nuestra memoria nos devuelve también una imagen, una anécdota, una frase que nos lleva directamente a la persona.
Cuando surgió el petróleo en Plaza Huincul, los salesianos ya habían instalado su carpa y su mensaje en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén y en toda la patagonia argentina, fueron también los que ayudaron a escribir nuestra historia haciéndose historiadores, descubrir nuestros horizontes haciéndose geógrafos, y a alimentar el espíritu de hombres y mujeres que haciendo a un lado sus sentimientos construyeron sus hogares en el desértico Neuquèn.
Hacia 1914 cuando se aconsejan las perforaciones en Plaza Huincul  a la atura del Km 1297 , el Ferrocarril  del Sud Tenía entre Neuquén y Zapala (punta de riel) dos estaciones: Challacó y Ramón Castro. Challacó distaba a 25 Km aproximadamente del Campamento lo cual dificultaba muchísimo las tareas de desembarco de las máquinas perforadoras y esto cuando era inevitable detenerse porque el bulto así lo requería, el resto de los materiales, insumos, correspondencia y mercadería de todo tipo lo arrojaban desde los vagones a la altura del puesto de la Pasto Verde quien era la encargada de recoger principalmente la correspondencia.
 A pedido del Ing. Hermitte a cargo de la Dirección de Minas, se llegó a un acuerdo con el Ferrocarril hacia 1918, por el cual a dos Kilómetros de Plaza Huincul el Ferrocarril haría una parada eventual para descargar todo tipo de envíos incluidos los correspondientes al personal que vivía en el Campamento, enmarcado por el paisaje de la meseta neuquina, de tipo estepario, con pocas lluvias; arbustos bajos y espinosos, como el neneo, el matasebo, jarilla y zampa, pastos endurecidos por la rigurosidad del clima que con el cambio de estaciones solo ofrecía a la vista desde un descolorido amarillo hasta el ocre.
Sorteando dificultosamente el viento, ese era el trayecto que a pié hacía el Padre José María Brentana  para llegar al campamento petrolero cargado de unos bolsos y unos enormes títeres.  Venía a visitar a sus “rezadoras” decía él. Todos esperaban su llegada, la gente de “El Zanjón”, los de “La Laguna Colorada”, los que se habían ubicado en una hondonada detrás de Plaza Huincul, algunos de los cuales vivían en cuevas; los que tenían ranchos en terrenos de `propiedad del ferrocarril, cerca de la estación y también los que estaban aledaños al tambo de los Cubito, las mujeres del Campamento, hasta el llamado Barrio Peligroso posteriormente Pueblo Nuevo………. Su sotana de un negro muy gastado no soportaba mas remiendo, de baja estatura, muy delgado, cabello blanco si es que se puede llamar cabello a unos pocos mechones que cubrían su cabeza y dejaban ver su piel blanca.
El Padre  Néstor Zubeldía, sdb describe mejor que nadie este singular personaje:

“Hoy parece impensable que un solo cura tuviese que atender desde Río Colorado (provincia de Río Negro, en el límite con La Pampa) hasta Picún Leufú (en el interior de Neuquén). Y eso viajando en tren o en el sulky “Alegría”, en tiempos de malos caminos y con ríos caudalosos que había que cruzar en balsa. En todos los pueblos: Allen, Fernández Oro, Huego, Cipolletti, Cinco Saltos, Neuquén, Cordero, Plaza Huincul, Zapala, Picún Leufú… la prodigalidad desmedida del padre José María era dueña de todos los bienes y de todos los hogares: los Ferrer, Larrosa, Gavazzi, Minelli, Ciucci, Filipuzzi, Patrono, Croceri, Medela, Escala, Lizazo, Gutierrez, Fortunato, Potenzoni, Polowczyk, Salto, Elosegui, Canale, Galvato…
El padre José María Brentana había nacido en Chiari, Lombardía (Italia) en 1870. Luego de unos años en el seminario diocesano de Brescia (de donde según parece fue expulsado por no poder pagar la cuota) pidió entrar al noviciado salesiano. Un año más tarde, en 1889, parte como misionero a América. En Bahía Blanca formó parte de la comunidad que fundó la obra salesiana. Allí se destacó, entre otras cosas, por el oratorio y por sus famosas funciones de títeres. El 11 de febrero de 1895 fue ordenado sacerdote en Carmen de Patagones por monseñor Juan Cagliero.
Sus primeras corridas no fueron muy victoriosas en el alto Valle, hasta consta que de ahí lo corrieron. La crónica del Colegio San Miguel de Roca, apunta el 22 de abril de 1914: “Llega el Padre Brentana echado por el herrero de Allen”…. Jajaja     “Dios le da los trabajos más difíciles a sus mejores soldados”, gran verdad….
Entre 1912 y 1940 fue cura universal del Alto Valle del Río Negro y de Neuquén, y logró hacerse querer por toda la gente de esa extensa zona. Para tener una idea de por qué lo querían tanto, basta con seleccionar algunos renglones de las numerosas cartas que recibía a diario:
«Le mando 80 pesos giro postal, de estos 80 usted enviará 30 a mi hermano Fernando y los 50 restantes los repartirá entre los 5 hermanos míos...»
«Quizá usted podría ayudarme algo en el sentido de conseguirle trabajo a mi hijo. Como usted es todo sacrificio para el prójimo, ha tenido mucho roce social con las autoridades, y no hay duda de que una palabra suya vale mucho.»
«En esta cárcel de Buenos Aires hay una buena mujer que está aquí hace 9 años y tendrá que estar otros 6. Tiene una conducta irreprochable. Me ruega le pida a Ud. un grandísimo favor que la tiene preocupada. Ha sabido que su anciano padre está enfermo desde hace bastante tiempo, y desea que reciba los santos sacramentos. El enfermo se llama Hipólito Quintero, y me dice la hija, que se llama Herminda, que siguiendo la huella del sud se llega a Zapala, y de allí a Picún Leufú, donde preguntando por la familia Quintero (...) le dice que va en nombre de su hija, que le pide perdón por todos los disgustos que le puede haber dado, y le pide su paternal bendición...»
«¡Cuántas veces se quedó sin comer, dando su almuerzo o cena al que se lo pedía! Y cuando ya no le quedaba nada, y caía uno de estos pobres que no se animan a pedir por miedo a ser corridos, entonces se desorientaba un poco, sus ojos se humedecían ante la imposibilidad de dar, y me decía: “¿Y ahora, Carlitos? ¿Qué hacemos con este pobre?” (...) Porque a él venían de todos lados, sea por un problema o por otro. Él todo lo trataba de arreglar de alguna forma. ¡Cuántos no consiguieron un empleo o una medicina o tantas otras cosas que los pobres no tienen, y sobre todo el cariño que a mí me había negado la vida!» Contaba uno de sus sacristanes.
«Recibía muchas limosnas –sigue contando uno de sus monaguillos–, pero a pesar de las donaciones que recibía, nunca tenía nada. Frecuentemente me hablaba de la vida desgraciada de los ricos, que por conservar o aumentar sus bienes de fortuna, no descansan ni de día ni de noche, y viven en continua zozobra. Recordaba también a menudo las graves palabras que la madre de Don Bosco, Mamá Margarita, le dijo al entrar en su casa después de ser consagrado sacerdote: “Mira, Juan, si algún día llegas a ser rico, tu madre jamás pisará tu casa...” Y contemplando el inmenso desorden de su habitación, me decía sonriendo: “Esto es igualito que la casa de Don Bosco... sólo faltaría que estuviese Mamá Margarita para arreglarlo un poco”.»
Podríamos escribir la vida de este salesiano enumerando las capillas que se deben a su empeño en el Alto Valle o las calles que actualmente llevan su nombre en cada pueblo o ciudad. O también haciendo la lista de los bautismos que realizó en tantos años (aunque después casi siempre se olvidaría de anotarlos en los registros parroquiales). Pero es mejor conocerlo en el registro imborrable que su vida dejó en la memoria y en el corazón de la gente que tanto lo quiso. Un pastor protestante de Cinco Saltos, el Dr. Hamilton, le confiaba a un sacerdote que lo fue a visitar:
“Donde ha estado el padre José María es muy difícil convencer a nadie. No se puede hablar de una religión contraria a la del padre. Todos me contestan: me quedo con lo que me enseñó el padre José María, porque todo lo que dice usted del Evangelio ya se lo hemos visto hacer a él con inmensos sacrificios”
El Padre José María falleció en Cipolletti el 21 de Marzo de 1944, y aún la historia de Neuquén y nuestra Comunidades de Cutral Có y Plaza Huincul no le han dado el debido reconocimiento.


Fuentes:
Boletín Salesiano Octubre 2010 – Nº 670
Padre  Néstor Zubeldía, sdb Nota del Boletín Salesiano “El Cura de Todos”
Libro “El Santo Desorden del P. José María – Cura Universal del alto valle del Río Negro y Neuquén” de Pascual Paesa Ed. Don Bosco 1960

viernes, 21 de junio de 2013

EL MARUCHITO

EL MARUCHITO

El mito es una manifestación de lo cultural y la comunicación humana. Son hechos o situaciones que ocurren en la vida cotidiana, generalmente tragedias e injusticias a niños, mujeres u hombres, de las cuales el pueblo se apropia, se identifica, las recrea y las sigue contando. Así como conocemos la historia de la Pasto Verde, también es conocida y contada de generación en generación la historia del Maruchito.

Quiero contar esta historia que de niña escuchaba de boca de mis tías, para contribuir al conocimiento del contexto social y cultural que vivieron mis abuelos cuando llegaron a Plaza Huincul, ya que mucha de la gente que se fue arrimando al lugar donde se ubicaba el Campamento YPF provenía de la zona de Aguada Guzmán, Cerro Policía, La Rinconada, lugar donde ocurrieron los hechos allá por el año 1915/1919.
 
Como toda historia sobre mitos populares, esta tiene diferentes versiones. Dos o tres son los relatos que construyen la vida de este chico, considerado un santo milagroso en Neuquén y Río Negro.

Maruchito era el nombre con el cual se identificaba a los niños "guachos" (que no tenían padres o familia) que acompañaban a los carreros. Hacían mandados, alimentaban los animales y buscaban la leña.

Que eran los "carreros"? : Trashumantes que se dedicaban a la compraventa, incluso arreo de animales, que en la Patagonia era muy común observar dado el aislamiento y las enormes distancias, en aquella época, además, no había puentes ni caminos consolidados.  Antiguamente la típica carreta patagónica era pequeña y tirada por bueyes, pero a ésta la sucedió la chata, que era un carro enorme, cuyas ruedas delanteras eran más chicas que las traseras, y que era tirado por caballos. Llevaban cargamentos de lana, yerba, cueros, barriles de vino, fruta, tercios con yerba, bolsas de harina, tambores de Cooper, chapas para algún rancho, madera y cocinas de hierro. Todo cabía allí arriba. 
Sobre la chata el carrero cargó la historia de los personajes patagónicos hasta que el ferrocarril la empujó al abismo del olvido, volcando en la caída su penoso andar. Hoy, como pasado cercano, la camioneta que levanta polvo en el campo, heredó su nombre y su oficio.

Las diferentes versiones indican que tenía entre 11 y 13 años cuando murió. Coinciden en que falleció trágicamente un 22 de Octubre entre los parajes Aguada Guzmán y Cerro Policía, por la ruta que actualmente se toma después de cruzar la Balsa Las Perlas.
Las circunstancias, sin duda injustas, de la muerte de "el marucho", han hecho que el amor y la veneración estuvieran siempre presentes.
 
El relato más conocido ubica la historia en el verano de 1915/1919, en el dobladero de los carros del paraje Barda Colorada (entre Cerro Policía y Aguada Guzmán) lugar en el que la tropa se detuvo, agobiada por el calor.
El Marucho, -que dicen se llamaba Pedro Frías-  tras terminar sus tareas y asegurarse que los hombres se retiraban a descansar, se dispuso a tocar la guitarra, lo cual le había sido prohibido.
Pero Onofre Parada, el capataz de la tropa, descubrió la travesura del niño y sin pensarlo tomó un cuchillo y lo apuñaló. El marucho cayó desmayado, abrazando la guitarra.
Los peones no ocultaron su enojo por la mala acción del capataz. Llevaron al peoncito hasta el rancho de una famosa curandera chilena de Aguada Guzmán, doña Catalina Rieuser. Pero, a pesar de los esfuerzos, el Marucho murió.
Le dieron sepultura junto al camino, en Barda Colorada. Finalmente, en el año 1924 colocaron sus restos bajo una capillita de adobe construida por los vecinos del lugar.  

Otra de las versiones dice que fue asesinado a golpes por robar tortas fritas en un momento en que la harina escaseaba. El capataz de la tropa lo golpeó ferozmente y lo dejó abandonado toda la noche, sin recibir ayuda. Al día siguiente murió, el cuerpo se enterró sin tumba y la tropa continuó su marcha. Pero en el camino sufrieron varios inconvenientes, por lo que decidieron regresar y enterrar al niño en una tumba. No pudo hacerlo, lo habían devorado los pumas. Finalmente enloqueció y terminó arrojándose a un río. 

Pasaron los años, y en la época en que los bandidos frecuentaban la región, una mujer que atendía una tienda, fue visitada por un forastero y, por temor a ser atacada, prometió levantarle una ermita, a cambio de preservar su vida. El hombre pidió balas y ropa, le dijo que no tenía dinero para pagarle y al irse reveló que pertenecía a una de esas bandas. La mujer construyó la ermita y el relato del santito milagroso se transmitió entre los pobladores.

Desde entonces, su tumba es venerada por los lugareños, convirtiéndose en un sitio de parada obligada, donde se depositan ofrendas, se realizan plegarias y pedidos de buen viaje. En el Marucho hay un pequeño ataúd, cartas y un cuaderno -donde la gente deja sus pedidos y agradecimientos-, paquetes de velas, ropa y calzado para niños, guitarras y hasta acordeones.
La mayoría de quienes se acercan a su tumba, están viendo en el Maruchito a todos aquellos niños de las zonas rurales que sufren, que no pueden ir a una escuela, o que les son vulnerados sus derechos.  Para los 22 de Octubre distintas agrupaciones de gauchos de Río Negro y Neuquén organizan cabalgatas,  para algunos la travesía dura seis días calculada sobre un trayecto de 300 kilómetros desde Balsa Las Perlas.
  El Maruchito es el único mito folklórico de estas características, auténtico de toda la Patagonia. Las figuras de Ceferino Namuncurá y de la Difunta Correa -como así también el Gauchito Gil-,  han sido difundidas por determinadas organizaciones, y con una finalidad o deliberación. Quizá por eso su popularidad o fuerza es menor dado el aislamiento geográfico de su "ermita” para usar la expresión de Elias Chucair.



 
RUEGO


Sin rendir distancias
ni sacrificios,
hasta vos yo vine
Santo Maruchito.

Sé que haces favores
y todos los pedidos
que a vos te formulan
se han visto cumplidos.

A muchos curaste
Santo Paisanito,
devolviéndoles vida
a muchos vencidos.

Por eso te ruego
y te suplico,
que cures mi muchacho
Santo Maruchito.

Un susto muy grande
tuvo mi hijito
y el habla del todo
el pobre ha perdido.

Todos en el rancho
estamos aflijidos
por ese silencio
en que Pedro ha caído.
¡Era un pico de loro,
Y cantaba tan lindo!
Ahora, así lo vemos
y mucho sufrimos…
No es para menos,
Santo Maruchito.

¡Qué no daría…!
Sólo por sentirlo
hablar como antes
a mí muchachito.

Te dejo una MATRA
sobre tus huesitos
para que el invierno
no te llene de frío…

La tejí de noche
muy de a poquito,
gastando mis ojos
y también pabilos…

De charcao te traigo
este manojito
que junté en silencio
para vos hijito.

El se llama Pedro
como vos Maruchito…
Hace que recupere
lo que él ha perdido.

Paisano santo,
gente de Ceferino,
que ayudás a todos
por mi hijo te suplico.

ELIAS CHUCAIR.
Ing. Jacobacci – Río Negro – Argentina.

 ( Libro: El Maruchito “ Hacedor de milagro en la meseta patagónica. Elías Chucair) http://www.lanacion.com.ar/1023127-los-apuntes-de-un-carrero-patagonico Diario Río Negro, domingo 16 de febrero de 2003. 


En las chatas se transportaban desde cueros hasta cocinas de hierro. Foto: gentileza de Eduardo Corominas